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México y la privatización de su agua

  • Estéfano Robles
  • 16 feb 2018
  • 5 Min. de lectura

La Ley Korenfeld


David Korenfeld fue director nacional de la CONAGUA del 2012 a 2015, cubriendo solo la mitad del periodo para el que fue seleccionado, debido a que fue sorprendido usando un helicóptero de la dependencia para fines personales.


Posiblemente su apellido por sí mismo no nos diga mucho a la mayoría de los mexicanos, pero, para algunos, será recordado por darle nombre a una de las leyes más maquiavélicas e impositivas de las que se tenga memoria.


Como ha mencionado recurrentemente en sus conferencias el Dr. Alfredo Jalife, el agua es el tema número uno de interés geopolítico para este siglo y como tal, prioridad para el Estado de Israel, país donde el tema del agua es de clasificación gubernamental, país que castiga con la privatización del recurso hídrico a cientos de miles de palestinos, país donde se encuentra la Universidad de Tel Aviv, institución que fue contratada para realizar tres estudios sobre contaminación de agua por más de 25 millones de pesos por la CONAGUA, sin licitación; amparados por la Ley de Adquisiciones. Universidad, por cierto, que ese mismo año otorgó el doctorado honoris causa a David Korenfeld, nombrándolo también presidente del Consejo Directivo de su Centro Internacional de Agua.


En 2014, Korenfeld fue acusado por los propios diarios Israelíes de tráfico de influencias y conflicto de intereses por firmar un acuerdo con el presidente de la empresa estatal de agua Israelí MEKOROT, Shimon Ben-Hamo, concediéndole los planos freáticos y la capacidad para “rehabilitarlos”. Un daño a la soberanía nacional que muy pocos medios mexicanos demandaron, sin embargo, un sector importante de la prensa de Israel indicó que dicho acuerdo beneficiaba el empoderamiento del Primer Ministro, Benjamin Netanyahu, el mismo que fue a EE.UU. a decirles que los mexicanos somos para los estadounidenses lo que los palestinos para los israelíes, el mismo que apoya fervientemente la construcción del vergonzoso muro de Donald Trump, el mismo que ha sido acusado de asesinar a tres jóvenes israelíes para tener un pretexto de invadir la zona palestina rica en gas, el mismo que hoy es señalado de corrupción y que millones de sus conciudadanos buscan deponer.


El uso de herramientas de una empresa del Estado para beneficio propio es grave, pero la llamada “Ley Korenfeld” hubiera dañado de forma irreversible a la sociedad mexicana.


En sintonía con la Reforma Energética, buscaba respaldarse jurídicamente con un secretismo a la hora de seleccionar las licitaciones sin revisión pública, solicitar el auxilio de las fuerzas armadas para hacer cumplir sus propósitos aun en contra de los intereses sociales y ambientales de los mexicanos más vulnerables, la sobreexplotación de mantos acuíferos, despojando a comunidades indígenas y campesinas del recurso para proporcionárselo a grandes corporaciones industriales de ramas alimentarias o petroleras, definir como “derecho humano” el acceso garantizado únicamente a 50 litros de agua diaria, tener el control sobre las auditorias y evaluación en el tema de la contaminación, castigando gravemente los estudios independientes hasta con 50,000 días de salario mínimo y, por supuesto, brindarle todas las herramientas a la industria minera y al llamado fracking para la explotación de nuestra riqueza.


Afortunadamente múltiples protestas de académicos, especialistas y algunos ciudadanos bien informados junto con la caída en desgracia del director de la CONAGUA echaron abajo la Ley Korenfeld, pero, infortunadamente como sucede siempre, en lugar de frenar la voracidad del gobierno y los intereses de las grandes petroleras –conocedores de los tiempos en política–, decidieron dejar respirar a la población y en año de mundial de futbol, discutir una Ley aún más dañina, la “Ley Pichardo”.


Panorama Actual


Como lo comenté en una nota anterior (El Fracking, un acto terrorista ambiental para México y el mundo), la técnica de la perforación hidráulica es sumamente nociva para el medio ambiente, no solo puede llegar a necesitar hasta 29 millones de litros de agua para un solo pozo en un solo día, sino que, dicha agua queda inutilizable, pues por el coctel químico que utilizan para ganar fricción en la perforación, la potabilización de la misma es imposible, así mismo, produce trepidaciones en las placas tectónicas hasta en 7 kilómetros de profundidad. El fracking es una medida desesperada de parte de EE.UU. para asegurar grandísimas reservas ante el cambio de paradigma petrolero actual, para conservar cierta influencia energética o reservas para un cataclismo mundial, tal, como una guerra global. Para entender tal situación recomiendo buscar información sobre la Integración Energética de América del Norte, proyecto que EE.UU. tiene como prioridad ante el avance industrial y económico de China y el militar de Rusia.


La Ley Pichardo


José Ignacio Pichardo, diputado del PRI, diseñó la “Iniciativa General de Aguas” la cual no es otra cosa que la Ley Korenfeld 2.0, solo que, mucho más restrictiva y agresiva. La hoy conocida como “Ley Pichardo” no es una maqueta, el primer borrador fue terminado ya hace unos meses y con una gran confidencialidad se discute hoy en la asamblea, teniendo como fecha límite de las discusiones el día 30 de Abril del presente año.


La ley Pichardo propone privatizar no solo los mares y ríos de México sino también, aunque parezca ridículo, la captación pluvial, secuestrando a la sociedad mexicana, exponiéndola a enfermedades y carencias en una era de saqueos desmedidos y privatizaciones abusivas.


Una sesgada distribución del recurso hídrico, recortes de agua inesperados y una incrementación sustancial en el precio de la misma serán solo los primeros síntomas.


El tema es bastante grave para nuestro presente y futuro, actualmente grandes concentraciones urbanas en el mundo comienzan a quedarse sin agua, la misma Ciudad de México, una de las zonas más estresadas hidráulicamente hablando. Extrae más del doble de agua de los mantos acuíferos de la capacidad que éstos necesitan para recargarse naturalmente, lo que no solo causa un daño geológico permanentemente y agota el recurso, sino que produce terremotos con consecuencias mucho más fatales por el efecto burbuja, al quedar un vacío en el subsuelo.


Cabe mencionar que la única bancada completa que se opone a la llamada “Ley Pichardo” es la de MORENA. No soy miembro de ningún partido político, ni creo que uno solo de ellos resuelva por completo nuestros problemas sin hacer nosotros mismos un autoanálisis e introspección, pero, repito al igual que en pasadas notas, nuestra responsabilidad con el voto que otorguemos este año definiría toda una era.


Aunque el PRI tiene una amplia mayoría en el congreso, si alzamos nuestra voz, nos informamos y compartimos estas notas que no son replicadas en los medios convencionales, podremos echar atrás uno de los daños más terribles antes de que éste, sea irreversible.


Les recomiendo el libro “Las guerras globales del agua: privatización y fracking”, escrito por el Dr. Alfredo Jalife, de editorial Orfila Valentini.


Si les preocupa su futuro y el de sus seres queridos también los invito a estar atentos de organizaciones como la “Alianza mexicana contra el fracking” (http://www.nofrackingmexico.org/) o “Agua para todos” (http://aguaparatodos.org.mx/) la cual busca reunir 130,000 firmas para detener la Ley General de Aguas y en cuya página pueden descargar el formato.


Les deseo muy buen día a todos.

Estéfano Robles

 
 
 

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